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Sólo así puedo justificar el hecho de que The Curious Case of Benjamin Button me haya parecido una buena película, sin más, cuando todo el mundo habla maravillas de ella. Cuando hasta yo intuyo maravillas de ella. Aún ahora tengo la impresión de que en su momento vi un peliculón, pero no supe disfrutar de él. Y no se puede decir que fuera culpa mía, pues cuando fui al cine lo hice predispuesto a paladear una historia, una premisa, que aún hoy me parece de lo más interesante. Un hombre que crece al revés, ahí es nada. Nace viejo, y muere siendo un bebé. Me derrito del gusto sólo de pensar en las posibilidades que ofrece una historia así, en los jugosos conflictos emocionales que irremediablemente conlleva la relación de ese personaje con el mundo que lo rodea.
Tanto Eric Roth como David Fincher hacen un gran trabajo reflejando precisamente eso, y así y con todo yo me quedé un tanto indiferente. Brad Pitt, en una actuación magistral, desaparece sin alardes dentro de su personaje, entregándole completamente la historia, y el resto de actores, con Cate Blanchett a la cabeza, hacen un trabajo más que competente dándole la contrapartida. Los efectos visuales del film son fabulosos a la vez que inobtrusivos, y hasta la banda sonora, sin ser algo espectacular, me pareció lo suficientemente digna. Pero vamos, que yo salí del cine igual que entré.
Por alguna razón la película no conectó conmigo. David Fincher decía en una entrevista que Brad Pitt ya había rechazado el guión una vez antes de aceptar interpretar el papel de Ben Button. Al parecer, en un principio no le había atraído lo suficiente. Pero, al releer el guión tiempo después, Pitt llamó conmocionado al director, preguntándole qué demonios es lo que le había hecho al final para que la historia hubiera cambiado tanto ante sus ojos. "Nada -le dijo Fincher-, tú eres el que ha sido padre desde entonces".
Será por eso. Quizá aún me falten varios grados de paternidad para disfrutar plenamente de esta historia. Pero desde luego eso no es culpa mía. Ni de Roth, ni de Fincher. Ni mucho menos del pobre Benjamin Button.