De todos es sabido mi amor por Bakuman, mi comic (o manga, en este caso) favorito de todos los tiempos. Bakuman es el segundo trabajo de Tsugumi Ohba y Takeshi Obata, al que precedió el alabado manga Death Note, que nunca he leído, pero por el que tengo curiosidad dado lo mucho que me gusta Bakuman. Supongo que algún día me lo acabaré leyendo, pero lo que probablemente no haga sea terminar la serie animada basada en el manga que empecé hace poco, y de la que Nash ya nos habló en marzo de 2009. Os cuento.
Resulta que estaba echando un vistazo al catálogo de Netflix, y me crucé con Death Note, serie animada basada en el manga de culto. Dado lo que os he contado al principio de esta entrada, decidí ponerme el primer episodio, a ver qué me parecía. A ese le siguió el segundo, y el tercero, y el cuarto: estaba atrapado por la ingeniosa historia Ohba-sensei, y no podía dejar de tragarme un episodio tras otro. La trama era de lo más interesante: Light Yagami, un estudiante de instituto se encuentra con un cuaderno que hace que, una vez escrito en sus páginas el nombre de una persona, dicho infeliz muera. Tras asegurarse de que en verdad funciona, Light empieza a liquidar delincuentes para convertir el mundo en un lugar mejor, pero claro: la policía se da cuenta de que alguien, de alguna forma que no comprenden, está finiquitando malhechores, y emprenden una investigación destinada a descubrir al responsable de estos homicidios y meterlo en la cárcel, donde se merece estar. Liderando el equipo de detectives se encuentra el misterioso L., un joven de un intelecto increíble, y que resulta ser tan inteligente como el mismo Light: la batalla entre los dos cerebros privilegiados está servida.
Como ya he dicho, fui devorando la serie episodio tras episodio, y cuando llegué al número dieciocho (de treinta y siete), algo inesperado ocurrió: el planteamiento original de la serie se resolvió (casi por completo) a lo largo del episodio, y en los últimos minutos del mismo una nueva trama relacionada pero distinta comenzó. Y me quedé atónito, no sólo por el cambio, sino por mi propia reacción: daba por concluida la trama, y no me importaba lo más mínimo ver cómo se desarrollaba la nueva. Así pues, dejé aparcada la serie, y la di por terminada.
Los que hayan visto la serie completa o hayan leído el manga seguro que se estarán rasgando las vestiduras y llamándome de todo. Y tienen razón: estoy loco, pero cómo me atrevo, etcétera. Pero debo decir que, desde que vi el episodio dieciocho hasta el momento en que estoy escribiendo estas líneas han pasado casi dos meses, y no he tenido interés alguno en continuar con la serie, con lo que dudo que la retome en el futuro cercano, ya que tengo muchas otras cosas por ver. Eso no quiere decir que no valga la pena; más bien todo lo contrario: los primeros dieciocho episodios son colosales, y os los recomiendo sin ninguna duda. Del resto, no puedo opinar, pero si los habéis visto, ¡no dudéis en dejarnos vuestras impresiones ahí abajo!
2 comments:
Pues opino igual que tu... por que no hacer otta serie?? Estos japos son muy raros
Jajaja. Será eso.
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