Como sé que os gusta escuchar mis desventuras, he decidido compartir con vosotros un par de sucesos que tuvieron lugar el jueves pasado. Para que os riáis, vamos.
I. Neumáticos tormentosos
Estando en clase, después de comer, un profe de la escuela me comentó que había visto en el parking que uno de los neumáticos traseros de mi coche estaba completamente pinchado. Como no podía hacer nada al respecto hasta que terminaran las clases de la tarde, tuve que esperarme hasta las 3:40 (cuando termina el período H) para acercarme a mi querida Sanyan Storm y comprobar que, en efecto, tenía la rueda trasera izquierda pinchada. Nunca había cambiado una rueda de coche, pero, afortunadamente, tenía conmigo a Glen, un profe amiguete (con el que voy a ir a la San Diego Comic Con este verano, precisamente) que estaba dispuesto a ayudarme. Total, que justo cuando llegamos al coche y sacamos el gato, empieza a llover. La ley de Murphy, y tal. No sólo eso, sino que en cosa de un minuto empezó a caer una que no veas, y acabamos los dos empapados. No sólo eso, sino que encima íbamos los dos vestidos con la ropa que solemos llevar a clase (camisa, corbata), y estábamos intentando no pringarnos demasiado pero estábamos fracasando en el intento. No sólo eso, sino que encima mi camisa era blanca (por supuesto).
Haciendo de tripas corazón, nos pusimos a hacer fuerza, pero ninguno de los dos podíamos mover las tuercas, que venían bien apretaditas de fábrica, y no estábamos seguros de qué hacer al respecto. Fue entonces cuando empezó a tronar y nos entró la paranoia de qué pasaría si de pronto el gato atraía algún rayo y acabábamos carbonizados en el parking de la escuela.
Al final, Glen sugirió dejar el coche allí hasta el día siguiente, y que él me llevaría a casa esa tarde y me recogería a la mañana siguiente. Una vez terminásemos las clases el viernes, dijo, podríamos cambiar la rueda con toda la tranquilidad y el buen tiempo del mundo. Pese a que había estado planeando ir al supermercado esa tarde porque casi no me quedaba comida en la nevera y me había terminado la leche esa mañana (con lo que no iba a poder desayunar el viernes), la idea me pareció una sugerencia de lo más razonable. Derrotado pues por los elementos, me fui a casa.
II. Imbéciles al teléfono
Una vez Glen me hubo dejado en casa y me hube dado una ducha para "secarme", se me ocurrió consultar la página web del consulado español en Nueva Orleans, pues tenía unas dudas con respecto a mi pasaporte y visado. Básicamente, cuando vaya en julio a España, tendré que ir a la embajada americana en Madrid para que me hagan un visado que caducará en agosto de 2011 para poder entrar a los USA cuando regrese a casa después de la boda de mi hermana. El posible problema es que mi pasaporte caduca en marzo de 2010, con lo que quería saber si en Madrid me iban a poner pegas a la hora de hacerme el visado, o si tendría que renovar de nuevo el visado tras renovar el pasaporte en marzo. O (pregunta clave), si me permitirían renovar el pasaporte ahora sin tener que esperar a marzo, y prevenir así ambos problemas. Fácil, ¿verdad? Pues no.
Después de indagar en la página web y no encontrar respuesta a mis preguntas, me decidí a llamar al consulado en Birmingham, Alabama, dado que la página decía que el consulado de New Orleans estaba ubicado allí de forma temporal. El teléfono me lo cogió una mujer que decía ser abogada y experta en visados de mi categoría, qué suerte. Y además, la señora era española, lo que en teoría debía hasta facilitar la comunicación, ¿verdad? Pues no.
Básicamente, y para que no os duela el cerebro como me dolió a mí, la mujer del consulado fue incapaz de contestar ninguna de mis tres preguntas. Pero no es que me dijera "Oye, mira, no estoy segura", o "No lo sé", no. Cada vez que le hacía una pregunta, la tía me soltaba un rollazo kilométrico que no respondía a la pregunta. Y cuando conseguía cortarla y reformular la pregunta de forma diferente para que la comprendiera, la muy perspicaz volvía al rollo que había dejado a medias y lo terminaba, sin contestar a mi pregunta. Cuando ya me rendí y le hice la sencilla pregunta de cuánto tiempo se tarda en tramitar la renovación del pasaporte, adivinad lo que me dijo. Si habéis contestado “Nada que contestara la pregunta”, habéis acertado. Derrotado pues por la estupidez humana, le agradecí la "ayuda" prestada, y colgué.
III. Resolución
Afortunadamente, el viernes todo salió mejor. A media mañana, mi abogada contestó las preguntas que le había mandado por correo la tarde anterior, demostrándome que no era yo el que no se había sabido explicar, sino la retrasada mental del consulado la que no tenía ni idea. Y al terminar las clases, Glen y yo cambiamos la rueda (jamás se me olvidará cómo hacerlo), y luego me acerqué al taller, donde no sólo me arreglaron el neumático (un clavo enorme era el causante de mi desgracia), sino que no me cobraron nada. Otra cosa no, pero al menos el fin de semana empezó con buen pie.
6 comments:
Ya echaba de menos las aventuras de Mario en este ingrato mundo, y su lucha contra la burocracia y los visados, pasaportes y demás papeles.
Es una pena que no hicieses un video de los dos profes cambiado una rueda bajo la lluvia, apoteósico.
Pero para que veas que no eres el único que sufre con los coches contare aquí que está más escondido mis aventuras con los medios de locomoción y las mujeres.
El viernes pasado y después de insistir mucho le deje el coche a mi novia (no pondré nombres para proteger su identidad) ya que no le apetecía ir en cercanías ya que tarda mucho y mil milongas más. A la media hora recibo una llamada suya diciendo que aparcando le ha dado un "ligero" toque a otro coche y que le a arañado la puerta, como es el parking del colegio le digo que busque al propietario del pobre coche y que hagan un parte amistoso. Media hora después recibo otra llamada diciendo que la tipa a la que ha dado el golpe es una histérica que no atiende a razones y que quiere que le arregle medio coche y que ella no le ha dado tan fuerte que coja el cercanías y que intente dialogar con la susodicha mujer. Así que el que al final cogió el cercanías fui yo y cuando llego veo que mi pobre cochecito tenía dos arañazos de considerable calibre uno a la altura del retrovisor pero en la parte del maletero y otro en la aleta de la rueda, como no la pobre mujer tenia descojona su retrovisor y un buen arañazo en su puerta. Así que estaba claro que era culpable de todos los desperfectos que la acusaban y me toco rellenar el parte ya que las mujeres y los documentos son un tanto incompatibles, y por una cosa que deje rellenar a la otra señora se equivoca y casi toca rehacer el parte. Después de perder más de dos horas en todas estas cosas decido ir a trabajar que un poco más y llego tarde y justo antes de llegar a mi instituto una buena señora decide frenar de forma impulsiva e ilógica en una rotonda, está claro que las mujeres y las rotondas también son incompatibles ya que siempre organizan unos pifostios que te cagas y son incapaces de calcular si pasan o no, consigo frenar a tiempo de no estamparme pero como no otra mujer me venía pisando los talones y decidió no frenar a tiempo y estampar su coche contra el mío. Así que bajo la señora muy angustiada no para de decir que lo siente que no me ha visto frenar y todo eso que se dicen en estos caso, y para mi asombro descubro que no le ha hecho nada a mi coche, solo un pequeño rasguño de nada, así que decido que es mejor dejarlo pasar y ponerme a salvo en el instituto antes de encontrarme con otra mujer al volante que menudo día llevo. Todavía sigo sin entender como mi novia le dio a un coche apartado en batería mientras ella intentaba apartar en paralelo en la acera de enfrente pero bueno ese es un misterio que no intentare resolver, con el de por que las mujeres paran a 3 metros del cacharro que expende los tickets de la autovía y luego se tienen que bajar del coche para cogerlos.
Y es por eso que no le dejo conducir mi coche a nadie, querido Nash. Por si acaso.
Ahora falta que Hal tenga otra historia que contar!
Finn de ella me fio y le dejo el coche normalmente, pero cuando le toca aparcar en sitios "complicados" es cuando surgen mis dudas. Pero bueno es lo que tiene eso de todo lo mio es suyo y lo suyo es suyo.
Hahaha. Supogno que nunca me ha gustado demasiado eso de lo mío es suyo y lo suyo es suyo, hahaha.
Vaya historias que os ocurren. Yo no sé si es que a mí no me pasa nada, o es que no sé encontrarle el potencial dramático a las cosas. Por mi bien espero totalmente que sea lo primero. ;)
Por tu bien así lo espero yo también.
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