Me gusta leer y ver la tele

Tuesday, September 25, 2007

London Calling (y 7)

Domingo, 28 de Enero

Nuestro último día en Londres (aunque, técnicamente, el último fuera el Lunes 29) es del que tanto Rebeca como yo guardamos sin duda mejor recuerdo.

Tras despertarnos quince minutos antes de lo pretendido, bajamos a desayunar como siempre, y nos decidimos a visitar el Camden Town Market, cuyo día fuerte, según nos habían dicho, era el domingo. Para allí que nos fuimos a pasar aquella mañana, pero, por una cosa o por otra, acabamos presentándonos en una zona que, al parecer, solo abría miércoles y sábados. Así, nos encontramos con un reguero de tiendas cerradas, y no pudimos más que mirar algún escaparate a través de los barrotes. Nuestro gozo en un pozo.
Pero allí, precisamente allí, una tienda estaba curiosamente abierta. Una tienda de artículos de piel. Y en el escaparate encontré algo, o, mejor dicho, Rebeca encontró por mí, algo que llevaba muchísimo tiempo esperando a comprarme. Una bolsa.
No, no me refiero a una de esas bolsas de plástico en las que pone Gadis. Me refiero a una bolsa de piel para llevar a modo de bandolera… y donde poder guardar libros. Cuántas y cuántas veces habré ido andando por la calle, leyendo algo apasionadamente, y cuando me he encontrado con algún amigo, o se ha puesto a llover… cualquier cosa… Y he acabado teniendo que llevar el libro de la mano durante horas, o he tenido que luchar para conseguir que no se me mojase.
Pues bien: desde ese 28 de enero nunca más me ha vuelto a pasar lo mismo. Libertad. Y, para que esto no se convierta en un egocentrista monólogo monotemático, Rebeca también aprovechó, y en una tienda de ropa se compró un gorro de lana, que por cierto le queda genial. Aunque desde luego no costó ni mucho menos lo mismo que la bolsa. Mi bolsa de cuero. Jeje.

El resto de la mañana lo pasamos bebiendo un té delicioso en una cafetería de la zona, paseando por Islington, y comprando además el último souvenir que teníamos pendiente aún: el té para mis padres que no habíamos podido conseguir en Twinings el día anterior. Al final tuvo que servirnos un supermercado. Suena penoso, y penoso es. Pero es la verdad. Lo que no quita para que quiera a mis padres o, más sorprendentemente, que ellos me sigan queriendo a mí.

Cogimos el tube de vuelta al hotel, principalmente para dejar las compras de la mañana (menos mi bolsa, que esa se venía conmigo como fuera como fuese) y para planear qué hacer con la tarde libre que nos quedaba. Y para comer, cosa que hicimos en un turco justo al lado del hotel. Sinceramente: el mejor Kebab que me he comido en la vida.

Como quiera que nuestro hotel esta a dos minutos de Kensington Gardens, y aún no habíamos visto más que el muro que lo delimita, decidimos que no podíamos irnos sin pasear por allí. Y desde luego no podríamos haber hecho mejor.

Kensington Gardens, situados en la parte occidental de Hyde Park, estaban en aquella tarde de domingo llenos de familias felices paseando, niños corriendo en bicicleta, gente dando una vuelta con el perro, palomas, cisnes, ardillas y cuervos. Un paraje idílico en pleno centro de Londres. Nunca he estado en Nueva York, pero estoy seguro de que la sensación en Central Park debe ser muy parecida. Allí estábamos, a cinco minutos del mundanal y ruidoso caos de las grandes ciudades, paseando por el campo. Aquí en Valladolid tenemos el Campo Grande… pero no es lo mismo. Desde luego no es lo mismo. O quizá es que hace tanto tiempo que no voy por allí que ya he perdido la perspectiva. Que también puede ser.

Recorrimos Kensington Gardens de norte a sur, para ver el impresionante aunque oportunamente vallado King Albert Memorial, erigido por la Reina Victoria en memoria de su marido, el príncipe Alberto; y, junto a él, el celebérrimo Royal Albert Hall.
Antes de salir de Valladolid estuvimos a punto de coger entradas para ver el espectáculo que Le Cirque du Soleil estaba representando en el Albert Hall: Alegría. Pero nos pareció demasiado ya, ver un musical, una obra de teatro, y un espectáculo circense en una semana tan solo que íbamos a tener disponible. Y sobre todo, nos pareció demasiado pagar por las tres cosas a la vez. Debo reconocer que me quedé con la espina clavada en cierto modo, y cuando estuvimos allí, frente a la puerta, a relativamente muy poco tiempo de que comenzara la función de la tarde, nos aventuramos a entrar para ver si quedaban entradas.
Y sí que quedaban, pero de visibilidad reducida. Y, la verdad, tras nuestras experiencias viendo We Will Rock You, y The Mousetrap, en ambos casos en las primeras filas, no podíamos conformarnos con menos. Así que, olé nosotros, les dijimos que no al Circo del Sol y al propio Royal Albert Hall. Con dos cojones.

Volvimos a Kensington Gardens, a seguir paseando y descubriendo rincones, uno de los cuales fue la Serpentine Gallery, una especie de galería de exposiciones en la que se muestra arte de vanguardia. Vídeos repitiéndose una y otra vez hasta el infinito, objetos de diversa índole tirados por el suelo, artículos de periódico aumentados hasta ocupar paredes enteras… e incluso una zapatilla de deporte usada que estaba tirada en un rincón. Aún no sé si ése era realmente uno de los objetos expuestos o es que la había dejado allí alguien tirada sin más. O las dos cosas a la vez, que bien podría haber sido.
Recuerdo especialmente el caso particular de unos aros pintados, de muy mala manera, de color dorado, que estaban entrelazados a un palo, en el centro de una sala. De hecho, no era nada difícil pisar alguno de ellos, o incluso llevártelo con el pie sin darte cuenta. Y allí estaba el que supongo que era el artista, todo orgulloso al lado de su obra, enfadándose de malos modos con la gente por no tener más cuidado. En mi opinión debería haber sacado un poco su lengua de su propio culo para darse cuenta de que el arte (si es que aquello puede ser llamado arte) debería ser cercano al pueblo llano. Elitismos, los justos. Y si no te gusta que la gente pise tus aros, pues o los pones de otra manera, o los pones en otro sitio. Por ejemplo, sobre un pedestal, bien indicados con unas buenas luces de neón. Para que nadie se acerque a esa MIERDA que te has atrevido a parir con la imaginación. Por Dios.

Cuando salimos de la Serpentine Gallery descubrimos que durante nuestra estancia dentro había anochecido, pese a lo cual proseguimos nuestro paseo. Continuamos caminando así hacia el norte, de nuevo a Bayswater, y de ahí nos metimos por el barrio de Paddington, donde nos tomamos un pequeño descanso en un bar para tomar algo tranquilamente y planear nuestros próximos pasos. Juntos, en pareja. Como un equipo. Como debe de ser.

Así, acabamos cogiendo el tube hasta Embankment, para pasar la que era nuestra última noche paseando por aquella parte de la ribera del Támesis que aún no habíamos visto de cerca, y quizá para terminar nuestra visita a lo alto, en el London Eye.
De cerca, el London Eye tenía pinta de cansino y potencialmente aburrido. Y, por cierto, es carísimo. No montamos, así que no sé si nos perdimos un espectáculo digno de verse o no. Además, el grupo de chavales españoles en edad escolar que constituía el 90% de la cola esperando para subir nos terminó de quitar las ganas. Antes me hubiera subido mil veces en pelotas a la Cleopatra’s Needle.
Y pasear por el Támesis, ya lo creo que paseamos. Lástima que las fotos de aquellos momentos nos salieran tan borrosas. Lástima de cámara de fotos que llevábamos, más bien. Y lástima que la exposición sobre Dalí que se estaba presentando justo frente al London Eye estuviera cerrada a esas horas. Tantas lástimas…

Como colofón, decidimos atravesar Trafalgar Sq. y pasear por el Soho de noche, cosa que no habíamos hecho aún, aprovechando para cenar por allí en algún restaurante.
El barrio del Soho es una delicia para los sentidos. Cierto que era domingo, por lo que no pudimos verlo en todo su esplendor, pero a cada dos pasos los carteles luminosos aunciando sex-shops, peep shows y otros locales de diverso calibre consumidor sexual se codeaban con pequeñas tiendas de todo tipo, en las que el sexo no tenía ninguna cabida. Contrastes, y más contrastes.
Callejeando, callejeando, acabamos entrando en un restaurante turco que no es que nos llamase especialmente la atención, pero que se nos puso en el lugar preciso en el momento exacto. Su nombre: Bistro, en Beak Street. Y lo nombro porque recomiendo a todo el mundo que visite Londres y busque un restaurante por la zona a que se pase por allí. La comida, deliciosa; el servicio, más que encantador; el ambiente, agradable y familiar. Y el precio, un regalo.
Lo único que destrozó la experiencia para mí fue que, la única mesa que estaba ocupada aparte de la nuestra, daba cabida a un grupo de españolas que al parecer estaban de turismo también. Y nosotros pensando que habíamos encontrado un lugar oculto y especial… Lo dicho: los españoles somos un virus como se nos pongan de por medio las oportunidades de los vuelos low-cost.

Para terminar el día, continuamos el paseo por el Soho, visitando la famosa Carnaby Street, y yo me metiéndome en unos urinarios públicos a mear. Claro que sí.
Mucha gente me encontré en ellos, y muchas actitudes más que sospechosas. Juro que, en lo que bajé, esperé mi turno para usar un urinario de pared, lo usé (ejem), me la sacudí, tiré de la cadena, me lavé las manos, me las sequé, y me volví a ir, durante todo es tiempo, digo, el tío que me tocó al lado no dejó de sacudírsela más de lo necesario.

Ya en el hotel, nos recostamos en la cama. En la tele estaban echando petanca, como no podía ser de otra manera, y una extrañísima aunque extrañamente aceptable película de zombies, Dawn of the Dead, que acabamos dejando puesto de telón de fondo mientras teníamos nuestra última sesión de charla con Antonio, que se había pasado para despedirnos adecuadamente.
Y a sobar, que al día siguiente teníamos que levantarnos nada menos que a las seis y media para coger, por este orden, el tube hasta Victoria Station, el Terravision hasta Stansted (en donde comprobamos la actual meticulosidad aduanera inglesa), el avión hasta Barajas, otro autocar hasta Valladolid, el bus hasta casa… y el coche para ir y volver a Palencia, que ya iba siendo de recoger a Lee, nuestra perrita Schnauzer. Una semana entera sin ella se hace muy larga. Aunque la pases de turismo en Londres.

Pasamos siete días fantásticos en la capital inglesa, aunque desde luego nos dejamos muchísimas cosas por ver. Marble Arch, Abbey Road, Highgate Cemetery, Baker Street, Regent's Park, Millennium Dome, the Temple... La lista es interminable. Lo cual tampoco es que sea malo. Así no tenemos excusa para no volver cuanto antes.

Para otras entregas de London Calling:
- London Calling (1): Lunes, 22 de Enero.
- London Calling (2): Martes, 23 de Enero.
- London Calling (3): Miércoles, 24 de Enero.
- London Calling (4): Jueves, 25 de Enero.
- London Calling (5): Viernes, 26 de Enero.
- London Calling (6): Sábado, 27 de Enero.

14 comments:

Nash said...

Halagan eso de tu bolsa...es como en el episodio de Friends que Triviani, se compra un "bolso de hombre"?
Por cierto el parque de Valladolid esta genial, me encanto pasear con mi novia y ver todos esos animales sueltos y como una ardilla asesina le mordia el dedo cuando intentaba llevarsela para el centro del parque por que estaba cerca de las vallas y parecia que moriria atropellada.
Un viaje realmente chulo, como he dicho en más de una ocasión me da mucha envidia.

Anonymous said...

Jajaja. No, mi bolsa es mi bolsa. Nada de mariconadas Joeyriles. De hecho, desde que me la compré no hago más que ver a tíos con otras parecidas. Y exactamente lo mismo me pasó cuando llevaba el pelo largo y coleta hace un par de años. Cada vez que salía a la calle veía coletas (que no colitas) varoniles a puñados. :(

Pues sí que te marcó Valladolid, Nash. A mí no me parece para tanto, aunque habrá que preguntarte a ti por Alicante o a Fel por Paiporta, a ver que impresiones estéticas tenéis de ellas.

Y ya te podías haber dignado a darme un toque, hombre.

Nash said...

Fue una visita relampago,para ver a mi abuelo vive alli y fuimos un par de dias, la verdad es que teniar que haber llamado pero tuvimos poco timepo, ya que a mi abuelo lo veo muy poco, una vez cada dos años o más y queria aprovechar a estar con el, tiene ya 92 años y cuando fuimos fue para celebrar su 90 cumpleaños.
La verdad es que me encanto Valladolidd la encontre preciosa, en obras por todas partes pero preciosa. Alicante es de las ciudades mas feas y sucias que conozco y no tiene nada para visitar, el museo arqueologico y el castillo. Valladolid tiene un monton de historia y el parque me encanto por que en Alicante no hay, ni grandes ni pequeños es lamentable no hay un sitio donde puedan jugar los chavales tranquilamente sin peligro de morir atropellados.
Me alegra saber q no le ves las "colitas varoniles" a la gente por la calle.

Dr. Banting said...

Hola hola pajaruelos.

Celebro que le gustara Londres. Estar en la capital del Imperio marca. Por desgracia mi visita a Londres fue bastante fugaz, de tan solo un dia, en plan turista japones, acompañado eso si por nuestro amigo en común Alberto (alias "el amigo americano"). Estuvimos el ineludible "Museo Imperial de la Guerra" que cual Meca para el Islam, todo fan de la WWII debe visitar al menos una vez en su vida.

Todavía recuerdo esa V2 y todos los cazas que colgaban del techo (Spitfire, Messerschmit...) ¿Y que decir de los Tanques? Parecía un niñó en el Port Aventura de la aniquilación en masa.

PD. Puesto que vivi dos años en Alicante, estoy con Nash en que es probablemente la ciudad mas sucia, marrana, chabacana y caotica de España. Se salva su Museo MARQ (precioso), pero todo lo demas es feo con ganas. Incluso sus propios habitantes no tienen reparos en admitir que es un desastre.

Mario Alba said...

Muy entretenido post, y aún más entretenida visita, sí señor. Por supuesto, me han encantado tus comentarios sobre los aros del "artista", hahaha.

Creo que pasé por el Bistro cuando estuve en Londres aquella mañana, y creo que intenté entrar a comer, pero aún no estaba abierto. Una lástima, porque la camarera estaba de lo más bien...

Y con respecto a Valencia, hay de todo, pero Paiporta en particular me parece bastante execrable. Por supuesto, todo palidece en comparación con Chattafiesta y su Vía Apia.

Pues nada, a ver si te inventas otra serie de entregas semanales, ahora que este diario londinense ha terminado!

Anonymous said...

Nash:
Me alegra oír que tu abuelo ya va por los 92. Felicidades hombre. Seguro que está hecho un chaval. :)

Gracias por pensar así de Valladolid, pero desde dentro no me parece para tanto, en serio. No cuando Salamanca está a apenas una hora de distancia para hacernos la competencia. O León.
Pero en parte es como todo. Yo antes pensaba: "un hotel, buah, que lujazo trabajar ahí". Y ahora que lo hago... pues psé. Hasta en el Ritz de Piccadilly tienen cuarto para las escobas.
De Alicante debo reconocer que ni me acuerdo, aunque cuando estuve por allí no es que hiciera mucho turismo precisamente.

Quique:
No estuve en el IWM, porque era una de nuestras prioridades menos prioritarias. Pese a que tanto Rebeca como yo hicimos Historia, manda huevos.
Pero cuando vuelva por allí me pasaré a verlo sí o sí. Y es que para hacer turismo bélico no hay demasiados lugares como Londres. Creo recordar que aún conservan debajo de Marble Arch el búnker en el que Churchill se refugiaba de los bombardeos alemanes. :)

Fel:
Sabía que te iba a encantar especialmente el extracto sobre el arte de vanguardia.

Y me encantaría poder hacer otra serie semanal de posts, pero me da a mí que no tengo ni tiempo material, ni ideas suficientes como para sacarme una de debajo de la manga. ¿Qué podría hacer? ¿Escribir una historia por fascículos? Mhmmm...

Mario Alba said...

Seguro que algo se te ocurre...

Nash said...

Halagan seguro que tienen que pasarte un monton de cosas divertidas en un Hotel, tratar con mafiosos, esconder a la amante de algun empresario...tu no veis la mitica serie hotel.

Mario Alba said...

Hahaha. Hablando de series de televisión, hahaha. Buena referencia, Nash. Recuerdo que mi madre veía la serie cuando yo era pequeño. Ah, Connie Selleca... Porque era ella, ¿verdad?

Nash said...

Sip, era ella, morena pelo negro y liso y unos preciosos ojos azules, de cara era monilla y tenia un tipin.

Anonymous said...

Tu mujer ideal, se podría decir, Nash. :)

Sobre lo de la nueva serie de entregas semanales, sigo pensando en ello. Tengo varia ideas viables, aunque ninguna termina de hacer click en mi cabeza. Desde luego no voy a prometer nada, que luego me llega la hora de pagar y no tengo con que. :(

Mario Alba said...

Mientras haga click en el ratón, no debes preocuparte, Hal. Y si no sale nada, pues cuando sea. Mientras tanto, disfrutaremos nuestras secciones fijas, como Organic y... hmmm... Organic.

Anonymous said...

¡¡JAJAJA!!

Como siempre, el peso de Jhanna recae sobre los fornidos hombros de nuestro bienamado Fel.

El problema con la nueva sección (que, aunque no sepa de qué, cada vez estoy más decidido a hacer), es que ya sin ella no tengo tiempo suficiente, así que no puedo escribir parrafadas enormes semana sí y semana también. Pero hay otras opciones, claro. El problema es que hasta el momento no se me ha ocurrido nada que me parezca lo suficientemente interesante como para dar el coñazo semanal.

Mario Alba said...

Bueeeeeno. Pues mientras piensas, seguiré con mi nueva sección diaria de episodios piloto. Lo malo es que como sólo he visto tres últimamente, la sección va durar más bien poco, pero bueno.