Este verano ha sido de lo más productivo, al menos en lo que a entretenimiento pendiente se refiere. No sólo he dibujado con regularidad, sino que también le he metido un buen meneo a mi pila de libros por leer (ya sólo me quedan seis), he completado un par de juegos excelentes (
Red Dead Redemption y
Assassin's Creed: Brotherhood) y me he vuelto a pasar el fantástico
Gears of War 3 en un modo de dificultad más elevado en mi 360, y por fin he visto varias temporadas de series de televisión que tenía pendientes desde hacía mucho. Como me había pasado con los libros, los DVDs se me habían ido amontonando, y tenía varios
sets esperando desde hacía casi tres años, pero me alegra decir que he reducido mi pila de DVDs más de lo que hubiera pensado posible.
En primer lugar, por fin vi la primera temporada de
Chuck, serie que mi querido coblogueador Halagan me recomendó encarecidamente en su día (hace casi tres años), y que me ha gustado bastante, debido a los personajes y sus relaciones. A continuación, me puse con la tercera temporada de
The Tudors, serie que, puede recordéis,
empecé a ver en enero de 2009, y con la que había tratado de continuar desde que vi la
segunda en febrero del mismo año. La primera mitad de esta tercera temporada me gustó bastante, aunque no tanto como las dos primeras; pero la segunda mitad me dejó bastante indiferente dado lo repetitiva que la serie estaba empezando a volverse.
Visto lo visto, decidí cambiar de género y tragarme la quinta (o segunda mitad de la cuarta, dependiendo del punto de vista) de
Slayers, mi serie de
anime favorita, que compré (junto a la cuarta) hace dos años y que tenía abandonada en la estantería. La cuarta temporada,
Slayers Revolution, que vi a finales de 2010, me decepcionó un poco, y esta última,
Evolution-R, pese a que me gustó más, no me pareció tan divertida como las míticas tres primeras temporadas de hace más de diez años. Qué se le va a hacer.
Tras
Evolution-R, regresé a la Inglaterra del siglo XVI y vi la cuarta y última temporada de
The Tudors, que me dejó ciertamente indiferente. El problema, creo, es lo repetitivo de la serie, como ya he mencionado hace un par de párrafos. Básicamente, la tercera y cuarta temporadas se podrían resumir así: el rey Enrique VIII se busca una nueva reina, se cansa de ella, la ejecuta, se busca otra, y vuelta a empezar. Al mismo tiempo, los intrigantes que rodean al monarca se dedican a destruir a sus enemigos con acusaciones más o menos falsas hasta que alguien los destruye a ellos de igual forma, ocupa su puesto, y hace lo mismo con sus enemigos que, al final, consiguen el puesto de poder que ellos ocupan, empezando así el ciclo de nuevo. Y por más bien hecha que esté la serie (que lo está), al final acaba cansando.
Después de haber terminado este cuarto
set de DVDs, me di cuenta de que aún me quedaban dos más: la octava y novena temporadas de
Smallville, serie que no veo desde 2009, si mal no recuerdo, y que terminó el año pasado con la décima temporada, que aún no tengo. Sin embargo, creo que
Smallville va a tener que esperar hasta el verano que viene, porque no sólo se me acabaron las vacaciones de verano ayer y estoy de vuelta en la escuela, sino que mi querida esposa y yo hemos empezado a ver
Mad Men, cuyas dos primeras temporadas nos hemos ventilado ya. ¡Demasiadas series interesantes, y demasiado poco tiempo para disfrutarlas todas!