El ronin canadiense

Al igual que X-Men Origins: Wolverine me pareció fantástica y entretenidísima, The Wolverine me ha encantado también. Yo no sé si es porque me gusta el personaje o por la siempre magnífica interpretación que Hugh Jackman hace de él, pero la verdad es que podría tragarme horas y horas del actor australiano haciendo de mutante canadiense. Y si encima la acción transcurre en Japón, como es el caso de esta secuela dirigía por James Mangold, pues mejor que mejor.
En su crítica de hace un año, Nash señaló que la ambientación y las escenas de acción le gustaron, y no podría estar más de acuerdo. Pese a que estaría satisfecho con Lobezno troceando enemigos en un callejón oscuro, verle haciéndolo en Japón le da un toque especial que me encantó; y escenas como la de la refriega en el tren de alta velocidad son impagables. Pero lo mejor de todo, como ya he dicho al principio, es ver a Lobezno en pantalla y asistir a sus conflictos internos, su evolución, y su furia desatada cuando saca las garras a relucir. ¡Una película de lo más entretenida!