Los gorriones vuelven a volar

Siguiendo con lo que se ha convertido de forma inesperada en el tema del verano en lo que a mis lecturas se refiere, el fin de semana pasado terminé de leerme The Dark Half, novela escrita por Stephen King hace casi veinticinco años. Pese a haberla leído originalmente al poco de publicarse hace ya más de dos décadas, todavía recordaba algunos detalles, como los nombres de los personajes y la trama general; pero como no recordaba prácticamente ninguno de los detalles o eventos de la historia (ya no digamos el final), releer este libro ha sido casi, casi como leerlo por primera vez.

Para los que no sepáis de qué va este interesante relato, The Dark Half está protagonizado por Thad Beaumont, un escritor de moderado éxito cuando publica usando su nombre, pero que arrasa en ventas cuando escribe bajo el pseudónimo George Stark. Por una serie de razones, Beaumont decide revelar que Stark en realidad no existe, y accede a posar en un reportaje fotográfico en el que él y su esposa aparecen enterrando al difunto Stark, lápida de pega incluida. Al principio todo son risas y satisfacción por haberse quitado el pesado secreto de encima, pero cuando los cadáveres empiezan a apilarse y las huellas dactilares de Beaumont aparecen en las escenas del crimen, el asunto empieza a tomar un cariz de lo más siniestro. Y hasta aquí puedo leer.

Todo lo que he resumido se cuenta en el primer capítulo del libro, con lo que espero que no penséis que he destripado demasiado del argumento. Si os parece interesante, no lo dudéis y haceos con el libro, pues The Dark Half es de lo más intenso y entretenido. Además, la metatextualidad imposible de ignorar (Stephen King enterró a su propio pseudónimo, Richard Bachman, hace años) añade una interesante capa de autoanálisis (o, más bien, de what if?) por parte del autor que hace la lectura de esta novela incluso más interesante. ¡Un libro de lo más recomendable!