Sleeping Dogs es el séptimo juego que me he pasado este año, y es sin duda uno de mis favoritos. Sleeping Dogs está protagonizado por Wei Shen, un policía que, bajo una identidad falsa, se infiltra en el mundo de las Tríadas en Hong Kong para desmantelar al Sun On Yee desde dentro. Como suele pasarles a los policías encubiertos, Wei se ve obligado a cometer todo tipo de atrocidades para probar su lealtad al Sun On Yee, mientras al mismo tiempo trata de ayudar a la policía a pararles los pies a estos peligrosos criminales. A lo largo del juego, Wei va estableciendo lazos con distintos miembros de la Tríada, y cada vez le va resultando más difícil traicionarlos y entregarlos a las autoridades, lo que crea conflictos entre él y sus superiores. Y el explosivo final mejor no os lo desvelo, que vale la pena descubrirlo por vosotros mismos.
Sleeping Dogs es uno de esos juegos open world, en el que el jugador tiene en todo momento una multitud de misiones entre las que elegir. Las misiones principales se centran el la historia de Wei y su progreso en la Tríada, pero también hay otro grupo de misiones semi- principales en las que Wei resuelve una serie de casos trabajando estrechamente con la Teniente Teng de la policía de Hong Kong. Ambas tramas son fundamentales para completar el juego, pero también hay una variedad de misiones opcionales que pasan por robar coches para un tipo que los revende, asaltar camiones blindados y hacerse con la pasta, extorsionar a los comerciantes de Hong Kong para que paguen por la protección del Sun On Yee, ayudar a distintos personajes a recuperar dinero o escapar de la policía, acabar con pandillas callejeras, atrapar traficantes de droga, hackear cámaras de seguridad, cantar karaoke, partirse la cara con clubs de artes marciales, salir con varias mozas de buen ver, y más que seguro se me olvidan. Y por si os parece poca variedad, las misiones principales ofrecen también infinidad de escenarios, situaciones y desafíos para tener al jugador entretenido.
Todas estas actividades tienen lugar en una Hong Kong magníficamente recreada: luces de neón, tráfico por doquier, peatones, bares, mercados y un sinfín de detalles que a mí, personalmente, me dejaron con la boca abierta gracias a los excelentes gráficos, las fantásticas animaciones, y la música y sonidos de fondo como las conversaciones y gritos en cantonés que se escuchan por doquier. Para moverse por esta enorme ciudad, Wei cuenta con una variedad de transportes: su moto, una cantidad tremenda de distintos modelos de coche, furgonetas y hasta lanchas. Y para moverse con rapidez de un punto a otro de la metrópolis, Wei puede parar cualquier taxi que vea y pedirle que lo lleve a cualquier punto del mapa, algo que agradecí pero mucho dado lo mal que siempre se me ha dado conducir en videojuegos. Cada vez que me ponía al volante de un vehículo, peatones, señales de tráfico y barandillas acababan aplastadas por accidente y sin yo quererlo. Mejor subirse a un taxi y dejar la conducción en manos de los profesionales.
Como habéis podido ver hace un par de párrafos cuando he hablado de las misiones, la mayoría de ellas requiere violencia de algún tipo, y es aquí cuando Sleeping Dogs revela lo que realmente es: una auténtica película de acción made in Hong Kong, con artes marciales, tiroteos y persecuciones a alta velocidad que, en mi caso, solían acabar con Wei estampándose contra un autobús, atravesando el parabrisas, y rebotando en la carretera. La mayor parte de la acción requiere el uso de puños y patadas, ya que las secciones con armas son más bien escasas. Según el jugador avanza en la historia, Wei va adquiriendo nuevos movimientos y golpes hasta acabar pareciendo Bruce Lee: patadas aéreas, llaves demoledoras, presas feroces... pero mis favoritos son sin duda los "golpes ambientales", en los que Wei utiliza elementos del decorado para finiquitar a sus oponentes de un solo golpe. Así, Wei le puede triturar la cara a un oponente con una sierra circular, electrocutarlo contra una caja de fusibles, estamparlo contra una unidad de aire acondicionado, ensartarlo en peces espada en el puerto, y varias muertes horribles más que a mí, personalmente, me encantaron, ya que no sólo me permitían acabar rápidamente con mis enemigos, sino que le añadían un toque peliculero a las peleas difícil de describir.
En lo que a los tiroteos se refiere, ya os podéis imaginar cómo funciona la cosa, y lo mismo con las persecuciones en coche; pero lo mejor es cuando se combinan ambas y Wei tiene que conducir y sacar medio cuerpo por la ventanilla del coche y disparar a los coches y motos que lo acosan. Y cuando logras darles en los neumáticos, los vehículos enemigos saltan por los aires y explotan, dándole de nuevo un increíble aire peliculero a la escena que hace que el jugador se sienta como Chow Yun-Fat en una película de John Woo.
Como suele pasar en estos juegos open world o sandbox, Sleeping Dogs ofrece horas y horas de contenido. De hecho, yo me he pasado el último mes jugando (unas treinta horas), y aún me falta terminar varias misiones opcionales a las que volveré en algún momento, ya que el juego me ha resultado fascinante y quiero regresar a Hong Kong y pasar más tiempo con Wei. Ni qué decir tiene, os recomiendo que vosotros hagáis lo mismo, ya que Sleeping Dogs es una auténtica joya que no deberíais perderos, especialmente si lo que os he contado os ha resultado medianamente interesante. ¡Si me hacéis caso y decidís comprar un billete de avión para Hong Kong, no dudéis en contarme cómo os va la visita!
2 comments:
Suena y se ve espectacular aunque en mi situación actual aspiro a jugar algo q como mucho dure media hora y no necesite mucha concentración. Lo de utilizar elementos del ambiente es muy de señor chan
Comprendo que no tengas tiempo, pero el juego es espectacular!
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