Me gusta leer y ver la tele

Tuesday, March 13, 2012

Malditos gabachos

Por fin he terminado de leer El asedio, la novela de Arturo Pérez-Reverte que transcurre en la Cádiz de principios del siglo XIX, cuando los franceses tenían la ciudad asediada bajo semi-constante bombardeo. En este escenario, el autor nos presenta a varios personajes principales (un comisario, una comerciante, un militar francés, y un capitán de balandra convertido en corsario) y un puñado de secundarios cuyas tramas se intersectan a lo largo de las setecientas veinticinco páginas de que consta el libro. Hago especial énfasis en la extensión de esta historia porque, a pesar de que Pérez-Reverte es uno de mis escritores favoritos, debo decir que, en numerosas ocasiones, el libro se me antojó interminable, la evolución de los acontecimientos lenta, y la miríada de detalles con que el autor devuelve la vida a una época que hace tiempo desapareció un tanto excesiva. Sin duda alguna, Pérez-Reverte retrata la Cádiz de principios del XIX de forma magistral, y el lector puede oler las calles y los puertos de la ciudad, ver cómo vestía la gente, y apreciar lo dura que era la vida bajo el sitio francés. Sin embargo, tal riqueza de detalle llegó a parecerme desbordante después de haber leído la mitad de la novela sin que ninguna de las líneas argumentales hubiera avanzado significativamente. Curiosamente, es el estilo del autor lo que me impulsó a seguir leyendo, ya que me encanta cómo escribe el de Cartagena: su combinación de frases simples con sintaxis compleja; sus coloquialismos y vulgarismos salpicando parrafadas mucho más cultas, y sus magistrales diálogos, ácidos, cortantes, y realísimos. Sólo por ver cómo escribe y cómo cuenta la historia ya vale la pena leer El asedio. Sin embargo, y aunque comprendo que ciertos acontecimientos históricos fuerzan hasta cierto punto que la acción se alargue como lo hace, pienso que yo, personalmente, hubiera disfrutado el libro mucho más si la trama se hubiera condensado en trescientas o cuatrocientas páginas; pero ésa es tan solo mi opinión, y como tal debéis tomarla.

6 comments:

Nash said...

Que mania con acortar los libros, me han entrado ganas de leerlo y 700 paginas no son nada. Tiene muy buena pinta.

Mario Alba said...

No es que quiera acortar libros que sean largos, sino que creo que los libros deberían tener la extensión adecuada y necesaria para la historia que cuentan, igual que las películas. Antes era de la opinión que, cuanto más largo el libro o la película, mejor. Sin embargo, durante los últimos años he llegado a la conclusión que, dado que algunas historias son cortas y otras son largas, alargar una corta o acortar una larga produce, al final, resultados inferiores a los que se obtendrían si se deja que la historia tenga la extensión que por su propia naturaleza debe tener. Y en el caso concreto de El asedio, se podría haber contado lo mismo en la mitad de páginas. Pero léetelo, y ya me dirás qué te parece.

Nash said...

Esta claro que todavia no he llegado ha ese estado en que piense que un libro es demasiado largo :-) seguro que es por la edad.

Mario Alba said...

Hahaha. Será eso...

Anonymous said...

Toootalmente de acuerdo con Fel. Alargar una historia más de lo necesario no vale más que para reventar el ritmo interno de ésta. Reconozco que a veces apetece que ciertas obras de ficción, de bien escritas y ambientadas que están, de puro buenos que son sus personajes, no acaben nunca. Pero si una historia se puede contar en 300 páginas, añadir 50 más simplemente porque sí, por alargar la experiencia, no me parece nada bueno.

Quizá el caso de la prosa sea diferente del de, por ejemplo, el cine, donde el ritmo es tan importante. Pero, la verdad, no lo creo. Vale que hay que crear ambiente y describir el mundo alrededor de los personajes, pero, para mí, toda página en la que no pase nada que haga avanzar la historia de uno u otro modo, sobra.

Mario Alba said...

Bien dicho, Hal.