Tras trece meses de interminable espera, este pasado domingo se estrenó el primer episodio de la séptima y penúltima temporada de esa pedazo de serie que es Game of Thrones. La única hoy en día, sinceramente lo digo, con la que no me resisto a esperar ni un minuto a ver cada nuevo episodio una vez que están disponibles.
Como era de esperar, mi obligado ejercicio de paciencia como espectador mereció la pena. Pese a que los episodios que quedan para acabar la serie casi pueden contarse con los dedos de las manos, el equipo creativo tras la serie, encabezado por sus creadores David Benioff y D. B. Weiss, no apresura ni acelera la historia, sino que da tiempo a cada escena para respirar, para funcionar con calma por si misma como parte de un enorme todo. Puede que haya gente que prefiera que vayan al grano más rápido, pero yo personalmente adoro este tipo de historias de escala épica construidas a partir de cientos de pequeños momentos, cada uno con su propia identidad.
Ahora que entra en su séptima temporada, es ciertamente difícil hablar de esta serie y cada uno de sus episodios evitando destripar cualquiera de los innumerables giros que ha ido dando la historia. Así que advierto a cualquier lector que aún no esté puesto al día con la serie y quiera estarlo que no siga leyendo este párrafo. Porque, aunque lo diré vagamente, durante este episodio saboreamos con satisfacción cómo Arya continúa ejecutando su venganza contra aquellos que acabaron con su familia (y, por alguna razón, luego comparte comida con Ed Sheeran), Samwise... oops, perdón, Samwell Tarly descubre nueva información vital para poder enfrentarse a los white walkers, Cersei se aísla en su megalomanía, Jon Snow y Sansha trabajan en su relación como hermanos y líderes del norte y Daenerys vuelve al hogar que la vio nacer. Tras un larguísimo comienzo en esta partida de ajedrez, todas las piezas supervivientes ocupan posiciones que van a desencadenar el inevitable final del juego.
Otro tremendo episodio para una tremenda serie. Cuatro dragones y medio sobre cinco.
8 comments:
¡Cuatro dragones y medio son muchos dragones, Hal! Sólo he visto los dos primeros episodios de la primera temporada. A ver si algún día le doy una segunda oportunidad, especialmente ahora que queda poco para que termine la serie completa. Eso sí: los libros jamás van a publicarse. Mira que llevamos años comentándolo aquí en el blog, y el rugiente Martin sigue sin sacar libro nuevo. Menos mal que dejé de leerlos, jajaja.
Sí, jajaja. Últimamente me he vuelto pero que muy generoso.
Y dale, dale una oportunidad a la serie, que desde luego la merece, aunque pueda costar empezar a cogerle el gusto.
Yo ya dije en su día que no me leía un solo libro de la serie hasta que se publicaran todos, y bien qu me alegro de haberlo hecho así. Pero creo que, incluso si el amigo Martin terminara la serie este mismo año, pasaría de leerla. La serie ya me cubre el cupo necesario.
Buenas Halagan yo tampoco estaba siguiendo la serie pero al final me tocara verla por que cada vez tiene mejor pinta
Ya le di una oportunidad. Tendré que darle una segunda, jaja.
Y no: Martin no terminará la serie este año, ni el que viene. Así, sin buscarlo, creo que aún le faltan dos libros por publicar, ¿no? A una media de libro publicado por decenio, aún queda, aún...
Pues eso, a ver la serie los dos, que se sale. Aunque entiendo que cueste cogerle el ritmo al principio. O que no sea para todos los gustos.
Eso sí, tiene un mérito enorme que estén llevando este tipo de historia a la pantalla ya-no-tan-pequeña, con tantas tramas y personajes, y se entienda tan claramente. Espectacular me parece.
No prometo nada...
Yo tampoco prometo no darte la paliza con ello, pirata.
;)
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