El undécimo tomo de Chew es el penúltimo de la serie, y se nota, porque los sucesos comienzan a precipitarse y las piezas se posicionan en el tablero para empezar la partida final. Trilladas metáforas aparte, este volumen nos muestra a Savoy, el antiguo colega pero ahora enemigo de Tony Chu, tratando de convencer al protagonista para que colabore con él, pero después de todo lo que le ha hecho (¡se le comió un trozo de oreja!), Chu le dice que ni en sueños, con lo que Savoy tiene que ingeniárselas para que el obstinado agente de la FDA encuentre la información que necesita para hacer frente a lo que se le viene encima. Y lo que se le viene encima parece ser la amenaza extraterrestre que se anticipó con los misteriosos símbolos que aparecieron en el cielo hace ya decenas de capítulos, y que por fin se han descifrado. Y por si esa revelación no fuera suficiente, también se descubre la verdadera razón tras la prohibición de la carne de pollo. ¿Quién se lo habría imaginado?
Como ya habréis notado, Chew sigue siendo tan rocambolesca como siempre, y aunque este volumen en particular no me ha resultado tan gracioso como anteriores entregas, me lo he pasado estupendamente leyéndolo, y no veáis las ganas que tengo de ver cómo termina todo. ¡Tres estrambóticas estrellas y media!
2 comments:
Pues que no decaiga y tenga un buen fin de saga
Eso espero!
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