Hoy voy a hablaros de Middle Earth: Shadow of Mordor, un juego de Monolith publicado por Warner Brothers Games que me tuvo entretenido durante las cuarenta horas que me llevó completar la campaña principal y los distintos objetivos secundarios y misiones opcionales.
La historia no podría ser más sencilla, pero a mí me enganchó desde el principio. Nada más empezar el juego se nos presenta a Talion, un ranger cuya morada está siendo asaltada por las fuerzas de Saruman. Rápidamente, asistimos al asesinato de su esposa y su hijo a manos de un individuo llamado La Mano Negra de Saruman, a quien podéis ver ahí arriba con un par de colegas igual de malencarados que él. (El de la derecha, La Torre, es otro villano con el que Talion acaba intercambiando opiniones a lo largo del juego.)
Tras matar a su familia delante de Talion, el malvado procede a degollar a nuestro protagonista e invocar a un espíritu elfo al que quiere controlar y para quien ha sacrificado a la familia de Talion. Sin embargo, cuando el espíritu hace acto de presencia, en vez de entrar en el cuerpo de La Mano Negra, entra en el de Talion, y le ofrece un trato que el ranger no puede rechazar: permitirle usar sus habilidades elfo-espectrales para que pueda vengar a su familia a cambio de ayudarle a recordar quién es y quién fue en su vida pasada. Ya pueden, pues, echarse a temblar los malos de turno, pues la venganza está servida.
A lo largo del juego, Talion va adquiriendo nuevas habilidades que se pueden clasificar en dos categorías: las de ranger, y las de elfo/espectro, y es el jugador quien decide a cuáles darles prioridad y cuáles ignorar, personalizando así los poderes de Talion. Todas estas habilidades vienen de lo más bien a la hora de liarse a mandobles (o flechazos) con los centenares de uruks con que Talion se cruza en sus aventuras, y ayudan a liquidar enemigos, cumplir misiones, y hasta domar y montar criaturas letales como los caragors, por poner un ejemplo. Y eso por no hablar de la habilidad que le permite a Talion doblegar la voluntad de sus enemigos y controlarlos para que peleen por él. Vamos: que bromas, las justas.
Todos estos enemigos y criaturas se los encuentra Talion en Mordor, donde transcurre la totalidad del juego. Afortunadamente, nuestro protagonista también se cruza con algún que otro aliado que lo ayuda a cumplir misiones y ganar habilidades. Mi favorito fue probablemente Torvin el enano, no sólo por sus misiones sino por la voz y la prodigiosa animación y lenguaje corporal con que la gente de Monolith lo dotó.
Las misiones ofrecen gran variedad, y encajan también en distintas categorías: liberar esclavos, acabar con capitanes y generales del ejército de Saruman de diversas maneras, ayudar a distintos personajes en sus aventuras personales, cazar distintas criaturas, encontrar diferentes hierbas y plantas, y forjar la leyenda de las tres armas de Talion (arco, espada y daga) completando misiones relacionadas con el tipo de arma: acabar a flechazos con cierto número de enemigos a distancia o montado en un caragor, finiquitar a docenas de enemigos a sablazos, o infiltrarse y rebanarles el cuello silenciosamente a tus objetivos con la daga. ¡Con tanta variedad, aburrirse es imposible!
Todas estas misiones transcurren en paisajes preciosistas diseñados con esmero, y presentados con unos gráficos soberbios. De igual manera, tanto Talion como el resto de personajes y enemigos resultan de lo más atractivos visualmente, y están animados de manera prodigiosa. Y acompañando a este festín visual, una banda sonora y unos efectos de sonido excelentes que no hacen sino mejorar un conjunto ya de por sí impresionante.
Si habéis jugado a algún juego de la serie Assassin's Creed, la mejor manera de resumir y describir Shadow of Mordor es llamarlo Assassin's Creed: Mordor, ya que las mecánicas, el tipo de misiones, y las animaciones remiten constantemente a la serie de Ubisoft. En mi caso, dado mi amor por dicha serie, que Shadow of Mordor la emule no es sino algo positivo, pues, en mi opinión, es incluso mejor que la mayoría de los juegos de la serie, con el aliciente de estar ambientado en el universo del Señor de los anillos, un mundo en el que yo nunca había jugado.
En resumen, Middle Earth: Shadow of Mordor es, sin ninguna duda, uno de mis juegos favoritos no sólo de este año, sino de esta generación, y se lo recomiendo a cualquier aficionado a Lord of the Rings, Assassin's Creed, o simplemente a cualquiera que le gusten los juegos de acción bien hechos, ya que es una delicia de juego que resulta entretenidísimo y proporciona diversión a raudales en todas y cada una de las misiones en las que Talion se embarca. ¡Cinco estrellas forjadas por elfos, y una más para dominarlas a todas!
2 comments:
Suena muy chulo y yo que pensaba que el universo del señor de los anillos estaba acabado
Jajaja. Pues ya ves que no :)
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