Después de haberme leído la mayoría de los cómics que me compré en mi última visita a
B&M Amusement, mi tienda de cómics favorita, estoy que echo espumarajos por la boca. O yo me estoy volviendo más exigente -que lo dudo-, o los cómics van a peor.
Como creo que ya he dicho en alguna ocasión, hacía ya mucho, mucho tiempo que no compraba cómics de superhéroes, pues estaba hartito del género. Sin embargo, durante los últimos meses he estado comprando algunos, atraído por los dibujantes y, en algún que otro caso, hasta por el guionista. Y sí, algunos, como
X-Men, están bien (español horrendo a un lado), pero es que hay otros que dan pena. Y no sólo en lo que a historia se refiere. Aunque no voy a meterme sólo con los cómics de superhéroes en mi pequeña diatriba.
Para empezar, he decidido dejar de comprar
Gen13. La historia, que en el primer número no estaba mal, me está resultando bastante insulsa a estas alturas, con el número 3 recién leído. Y los dibujos de mi querido Talent Caldwell no están a la altura de lo que puede hacer. Y eso por no hablar de las páginas que ni siquiera dibuja él, sino uno de esos artistas que nadie conoce y que lo mismo sirven para un roto que para un descosido, con su insulso estilo irreconocible por lo uniforme y poco inspirado. Es el típico dibujo que has visto salir del lápiz de diez dibujantes diferentes. O tal vez sólo es uno: el
Dibujante Suplente, una misteriosa entidad que canaliza sus dibujos a través de más de un cuerpo. Esa teoría, al menos, explicaría por qué hay diez tíos dibujando igual. Igual de mal, claro.
Y para dibujar mal, el cretino que sustituyó a Randy Green en
New X-Men. Entre dibujos genéricos lamentables, e historias de superhéroes que me dan urticaria, creo que paso bastante de comprar el segundo tomo. O el tercero. Y aunque sea más divertida, paso de
Ultimate Spiderman también. Hala.
Metámonos ahora con
Anita Blake: Vampire Hunter. Si ya la novela es sosa, la serie de cómics que la adapta no es que sea precisamente maravillosa. Al menos, los dibujos de Brett Booth no están mal, aunque yo tengo mis problemas con el autor -que ya discutí con Nash en diciembre-. Pero es que parece que este tercer número lo haya dibujado o bien con prisas -que es posible-, o bien con la luz apagada -que es, admitámoslo, menos probable-. Pero el resultado es el mismo. Y eso por no hablar de por qué narices no le ponen un entintador. Algunos dibujantes pueden lucir sin tinta. Otros -la mayoría-, no. Y Mr. Booth pertenece a la segunda categoría. Otra serie que dejo de comprar.
Pero a lo mejor es que el bueno de Brett estaba demasiado ocupado con su otra serie mensual,
Magician Apprentice, serie con mejor guión que
AB, y con un Booth que parece esforzarse más. Un momento. ¿He dicho esforzarse más? No será en el número 4, que ni siquiera dibuja él. Aunque, para hacerlo como el tercero de Anita, mejor que no haga nada. El sustituto, un tal Ryan no sé qué, no lo hace mal del todo. Le daré un número más -a lo mejor vuelve Booth-, porque la historia me intriga. Pero si sigue siendo así, me compro la novela y acabo antes.
Otra que dejo de comprar, sin casi haber empezado, es
WildCats. Si a Jim Lee le cuesta cinco o seis meses dibujar un número, ya me compraré el tomo recopilatorio. Si me pilla el día tonto, claro. Que no parece probable.
Y para no comprar,
WildSiderz. Que yo recuerde, el número cero de los supuestos seis salió allá por mayo o junio de 2005, y la serie desapareció después del número 2. Campbell dice que la terminará, aunque no en su página oficial, donde el tío no dice esta boca es mía por más palos que le lluevan. A ver si tiene un poco de vergüenza y se le cae la cara.
Como cara tienen los creadores de
Valkyries. El primer número (de cuatro, creo) salió en abril del año pasado, y he leído que el segundo salió en noviembre o así; pero hicieron una tirada tan corta que prácticamente todo el que lo quería se quedó sin él. Menos mal que el guionista dice que "seguro que para la Comic-Con 07 -en julio- ya tenemos los números 3 y 4". Ya podrán, en casi año y medio. Los muy sinvergüenzas.
Pasemos ahora a
Ptolus: City by the Spire, serie de fantasía épica cuyo primer número me gustó mucho, tanto por la historia como por los dibujos. El número dos ya flojeó un poco; pero es que el tercero es directamente execrable. La historia se va convirtiendo en una sonrojante sucesión de tópicos, y el dibujante, Canaan White, parece involucionar a cada viñeta que dibuja. Creo que jamás había visto a un dibujante hacerlo peor a cada nueva viñeta: errores anatómicos, desproporción, descuido, y personajes con caras completamente diferentes de una viñeta a otra -ya no digamos de un número a otro- a los que sólo puedes seguirles la pista porque llevan la misma ropa todo el tiempo. Sólo quedan tres números para que termine la serie, pero no estoy remotamente interesado en continuar con ella.
Compré también el número dos de
Onslaught Reborn, pero sólo por la portada de Madureira, pues sabía que los interiores eran de Rob Patán Liefeld. Aun así, traté de leerlo, pero la historia es infame y los dibujos obscenamente lamentables. Tal vez escanee un par sólo para que nos riamos todos de él. Otra vez.
El número 1 de
Drain, que cuenta la historia de una vampira ninja (sic) es mediocre tanto en historia como en dibujos, así que tampoco voy a regresar el mes que viene. Si es que no se retrasa y sale, claro.
Y para ponerle la guinda al pastel, hablemos de
Skye Runner, serie de fantasía cuyo primer número es excelente. La serie ha terminado siendo de 6 números, pese a que nadie en ningún momento dijo que esto era una serie limitada. La verdad es que no sé si estaba planeado, si es que ha salido así, o si es que la serie ha dejado de vender poco a poco. Pero viendo la calidad de los dos últimos números, no me extrañaría que éste fuera el caso. Los dibujos de Alé Garza son excelentes en los dos primeros números -supongo que los que hizo con tiempo-, buenos en los dos siguientes, regulares en el quinto, y bastante malillos en el sexto. Pero a este deterioro de la calidad gráfica se le une la precipitada caída de la historia. Al principio, todo tiene más o menos sentido. Poco a poco, ves que todos los personajes parecen saber algo que tú no sabes, y ese algo empieza a convertirse en varios algos. A continuación, algunas cosas empiezan a dejar de tener sentido, y, de pronto, los personajes empiezan a hacer cosas extrañas y a comportarse de manera inesperada. Y así, por las buenas, todo deja de tener sentido, las cosas no se explican, y los personajes se transforman por completo. Y entonces te das cuenta de que ni de coña van a tener espacio en lo que queda de cómic para solucionar el desaguisado. Es entonces cuando empiezas a pensar "Oh, no! Es
Battle Chasers otra vez! Nos han 'presentado' a los personajes -que, a estas alturas, no reconoce ni el guionista que los engendró-, y han medio establecido una situación -que no comprende ni el guionista que se la inventó-, y ahora van a dejar de publicar la serie". Y cuando ves que, al final del sexto número, han plantado una caja de narración que dice, literalmente, "
To Be Continued?" (así, con interrogación), empiezas a jurar en arameo y a desear encontrarte con Allan Warner, el guionista, en la próxima convención de cómics para partirle la cara -de ésa que tiene más que espalda- y mentarle los muertos más frescos. ¿Pero cómo se puede ser tan inepto?
En la parte positiva, pude disfrutar del número 4 de
Wetworks, del 194 de
X-Men -aunque Ramos parece haberlo hecho casi con tantas prisas como sus números de
Wolverine-, de
Rokkin, y del número dos de
X23: Target-X, que compré por la portada pero probablemente compre en tomo cuando salga. Y aún me queda el 102 de
Witchblade, que ni he abierto. ¿Motivará acaso mi más furibunda ira? Espero que no…
¿Acaso es mucho pedir que, por tres dólares que cuestan los cada vez más caros cómics, las 24 páginas estén bien dibujadas y cuenten una historia interesante? ¿Acaso es mucho pedir que, si un dibujante dice que ilustra un proyecto, sea capaz de hacerlo durante más de dos números seguidos? ¿Que la serie presuntamente mensual saque un número al mes? A veces pienso que me estoy volviendo más y más intransigente e intolerante con la edad, pero creo que lo que realmente pasa es que aguanto cada vez menos que me tomen el pelo.