Me gusta leer y ver la tele

Wednesday, August 12, 2009

San Diego ComicCon (5/5)

Domingo, 26 de julio

Antes de marcharme de la habitación me lo dejé todo preparado: maleta hecha, todo lo que había comprado en la mochila. Todo listo para arañar hasta el último segundo en el Centro de convenciones, y luego volver al hotel y poder salir inmediatamente hacia el aeropuerto. La sala de muestras abría a las nueve y media, y tenía que marcharme de allí a las diez y media para poder llegar al hotel a las once menos diez, recogerlo todo, pasarnos por recepción, bajar hasta el garaje, y coger el coche de alquiler para devolverlo a la compañía y que de allí nos llevaran al aeropuerto. Por consiguiente, y sabiendo que sólo quería comprar varias litografías y un libro de bocetos, lo único que me llevé al Centro de convenciones fue el tubo para meter las litografías.

Lo primero que hice una vez entré en el edificio fue dirigirme a la mesa de Laurie B. para comprar varias serigrafías. Sin embargo, parecía que yo había madrugado más que ella, pues su mesa estaba vacía. Frustrado, me fui a buscar a Adam Hughes para comprar alguna litografía.

Adam Hughes tenía dos carpetas encima de la mesa: una con serigrafías pequeñas y caras a la venta, y otra con serigrafías grandes que no estaban a la venta. Adivinad en qué carpeta estaban las tres o cuatro que más me gustaban. Exactamente: quería gastarme el dinero, y los artistas no estaban cooperando. Con las manos vacías por segunda vez en dos mesas, me acerqué a la de Terry Dodson para comprar el libro de bocetos que debería haberle comprado el jueves cuando estuve hablando con él, pero a nadie sorprenderá lo que me encontré: la mesa vacía.

Farfullando entre dientes, me di la vuelta y desanduve lo andado hacia la mesa de Laurie B., viendo por el camino al actor Edward James Olmos firmando autógrafos. Cuando por fin llegué de nuevo a la base de operaciones de la simpática artista, vi que sus cosas ya estaban en la mesa, pero ella no iba a llegar hasta una hora más tarde. Aun así, quería comprar cosas, y mientras alguien me las vendiera, no me suponía un problema que ella no estuviera allí para firmarlas. Así pues, me compré dos serigrafías grandes (una de Red Sonja y otra de, para seguir con el tema, Alicia en el País de las maravillas) y dos pequeñas (una de Elektra y otra de, oh sorpresa, Alicia), y al comprar cuatro, tal y como me informaron entonces, me daban otra gratis, así que elegí una de la Baronesa (de G.I. Joe). Menos mal que las cosas empezaban a salir bien.

Viendo que aún tenía algo de tiempo, me dirigí hacia la garita de Top Cow, a ver si había algo interesante, y vi a un tipo sentado en uno de los laterales. Dado que no lo reconocí, me acerqué un poco más y vi que estaba firmando portadas de comics y poniéndolos en un montón, como si fuera un artista firmando ejemplares que luego se van a vender firmados. Curioso, me acerqué algo más, y vi que los comics que estaba firmando eran números de Witchblade, mi serie favorita. Y dado que aquel no era Ron Marz, el guionista de la serie…

- ¡Stjepan Sejic! –dije, habiendo leído antes el nombre en su pase para asegurarme de no meter la pata. Allí estaba el dibujante de mi serie favorita, sin nadie alrededor.
- Hola, qué tal –me saludó, estrechándome la mano.
- Encantado de conocerte. Witchblade es mi serie favorita.
- Ah, muchas gracias.
- En serio. Siempre estoy diciéndole a todo el mundo que tiene que leerla. Y tus dibujos son asombrosos. Me alegro que vayas a quedarte en la serie al menos hasta el número 150 –dije, refiriéndome al contrato que tanto él como Marz firmaron hará cosa de un año.
- Y nos quedaremos por más números. Tanto Ron como yo estamos muy contentos en Witchblade y tenemos montones de ideas. De hecho, es probable que dentro de poco Witchblade empiece a salir dos veces al mes en vez de una.
- ¿De verdad? Genial.
- Oye –me dijo-, si tienes aquí tu libreta te puedo hacer un dibujo gratis.

Fue entonces cuando casi me da una apoplejía. Desde que había llegado a San Diego el miércoles había llevado mi libreta conmigo a todas partes –todas, incluyendo el Hall H-, pero como esta mañana sólo tenía una hora y lo había tenido que dejar todo empaquetado y listo para salir velozmente…

- Mi… libreta… está… en el hotel.
- Vaya –dijo, riéndose-. Tal vez el año que viene.
- Es la primera vez que salgo del hotel sin la libreta porque tengo que irme al aeropuerto en media hora. Qué mala suerte.
- Lo siento. Si tuvieras más tiempo, Ron va a estar por aquí dentro de un rato.
- No me digas esas cosas –dije, al borde del colapso nervioso-. De todas formas, ha sido un placer conocerte.
- Igualmente.

Dado que aún me quedaban diez minutos o así antes de tener que irme, me di una vuelta por las mesas de alrededor para ver si veía alguna hoja de papel abandonada que pudiera requisar y llevarle al bueno de Stjepan, pero no hubo suerte. En mi pequeña exploración, no obstante, avisté a varios artistas conocidos, como Eric Canete, el guionista Simon Furman, el extraordinario dibujante de Transformers Guido Guidi, el execrable Rob Liefeld en la mesa de Image, y el famosísimo y espectacular ilustrador de fantasía Luis Royo, que estaba firmando autógrafos en una mesa cercana. Pero era inútil: no había papel por ningún lado –irónico, estando rodeado de comics y libros-, así que, vencido, abandoné el Centro de convenciones por última vez. Al menos, y para alegrarme un poco, delante de mí iba caminando una chica vestida de Cassie Hack, y la brisa que corría no hacía sino acentuar el encanto de su disfraz. Así pues, me tomé mi tiempo andando lentamente detrás de ella hasta que nuestros caminos se separaron. Imposible superar esta imagen como punto y final a mi aventura.

4 comments:

Nash said...

Un final un poco triste para esta última etapa de la aventura, mira que no tener tu libreta... pero bueno te perdono por que eres tu. Como le deja a Liefeld entrar a una convencion de comics...pensaba que la gente tenia que saber dibujar.

Mario Alba said...

Al parecer hubo un tipo que se le acercó y, tras presentarse como fan del Capitán América, le exigió que se disculpara por Heroes Reborn, y le regaló un libro de Cómo aprender a dibujar. Hay que tener mala sombra.

Nash said...

jajajaj que bueno, eso no es mala leche eso es justicia

Mario Alba said...

No sé yo...