Me gusta leer y ver la tele

Saturday, August 08, 2009

San Diego ComicCon (3/5)

Viernes, 24 de julio

Cual complejísima máquina de precisión, mi horario para el viernes estaba cuidado-
samente planeado pero dejaba también espacio para acomodar algunos cambios a los que inesperadas colas podían en teoría forzarme. Aun así, estaba bastante seguro de poder hacer prácticamente todo lo que quería si, ya desde el principio, renunciaba a una sola pero importante cosa: entrevistas con dos editoriales.

Archenemy volvía a criticar carpetas hoy, esta vez de tres a siete de la tarde en lugar de por la mañana. Sin embargo, viendo cómo se las habían gastado el día anterior, no estaba seguro de poder fiarme de sus promesas para criticar mi obra. Otra editorial desconocida, QEW, iba también a estar allí de tres a siete, pero ir a coger turno a las dos y media y volver después en cualquier momento de la tarde me impediría acceder al todopoderoso Hall H y las presentaciones que aquella tarde iban a tener lugar. Pero si renunciaba a las entrevistas –o a intentar entrevistarme, en el caso de Archenemy-, podía casi con toda seguridad lograr el resto de mis objetivos.

Dispuesto a triunfar sobre las masas, la organización, y muy especialmente el Hall H, salí del hotel a las ocho y veinte y me personé en el Centro de convenciones a las nueve menos veinte de la mañana. Pese a que en teoría el edificio no abría hasta las nueve, ya estaban dejando entrar a los asistentes cuando llegué, así que rápidamente franqueé la entrada y subí las escaleras que conducían al Sails Pavilion.

Lo primero en mi agenda era conseguir un pase –por segunda vez- para la garita de Hasbro lo más pronto posible para tener que lidiar con la menor cola posible. Sabiendo ahora exactamente a dónde tenía que ir, me encaminé hacia la zona en cuestión sin entretenerme por el camino, y cuando llegué allí descubrí que la mitad de los asistentes a la convención debían de haber tenido la misma idea que yo, porque la cola que allí ya había era de proporciones épicas. Gente haciendo cola para poder hacer cola en una planta diferente: tal vez uno de los fenómenos más extraños que jamás he visto.

Sea como fuere, esta vez iba preparado, así que, tras averiguar quién era la última pal pescao, me puse detrás de ella, abrí mi mochila, saqué El club Dumas, de Arturo Pérez-Reverte, y empecé a leer esta brillante novela. Ya me pueden hacer esperar todo lo que quieran que, si tengo un libro, ni me enteraré de cuánto tiempo pasa.

Tras aproximadamente cuarenta y cinco minutos de placentera lectura –o de tediosa espera para los pobres desgraciados que no se habían llevado un libro-, me dieron el ansiado pase. Eran las nueve y media, y el pase era para las diez. Excelente.

Sin perder ni un minuto, bajé a la sala de muestras y me fui directamente a Hasbro a ser más listo que ellos. Eran las diez menos cuarto, pero decidí ponerme a la cola –que ya se salía de la garita-, pues para cuando consiguiera entrar en la tienda propiamente dicha ya serían las diez, con lo que técnicamente no estaba haciendo trampa. Además, la gente de la organización a cargo de la cola sólo te preguntaba si tenías pase, pero no te preguntaba para qué hora lo tenías. La que sí te lo miraba era la mujer en la entrada, pero, como ya he dicho, imaginaba que para cuando llegase a su altura ya serían las diez. Así pues, volví a sacar El club Dumas y me desentendí del espacio-tiempo.

Después de leer durante aproximadamente cuarenta minutos más, llegué por fin al mostrador, y compré los muñecos –dos packs de Destro, de G.I. Joe- que mi amigo Brock quería. Las chicas que me atendieron se sorprendieron ante los pocos juguetes que quería adquirir –o sea, el poco dinero que me iba a gastar-, especialmente tras la larga espera que sabían había tenido que sufrir, pero no pude sino encogerme de hombros y decir que era eso lo único que quería. Una vez salí de Hasbro eran las diez y media, así que llamé a Brock para decirle misión cumplida, y volví a sacar mapa y diario para ver cuál era mi siguiente paso.

Adam Warren iba a firmar tomos de Empowered a las doce, y mi fantástico horario me permitía hora y media para buscar a Jim Lee y mirar por ahí antes de dirigirme al stand de Dark Horse para conocer al genio Warren. Mapa en mano, me dirigí una vez más a la NFR, pero Jim Lee no estaba allí. Junto al vacío espacio del coreano se hallaba David Finch con su mujer y su hijo de diez meses, y aunque Finch estaba haciendo un dibujo, no había nadie a su alrededor, así que me acerqué. Finch ha saltado a la fama durante los últimos dos o tres años gracias a su trabajo en títulos Marvel como Moon Knight o Avengers, y sus portadas para X-Men y la reciente miniserie X-Infernus –cuyos originales, incluyendo la asombrosa portada de Magik tenía allí, y eran espectaculares- han recibido la aclamación unánime de los aficionados. Sin embargo, yo he seguido la carrera del dibujante desde sus comienzos en Top Cow hace más de una década, así que, en vez de decirle lo mucho que me gusta su Lobezno le solté lo fantásticos que eran sus números de Cyber Force.

- ¿Cyber Force? –me contestó entre risas-. Madre mía. Pues no hace tiempo de eso.
- Ya lo sé, ya. Pero hay que ver qué buenas son esas páginas. Qué bien me lo pasé leyendo esos números. Lo mismo que con Aphrodite IX.
- Muchas gracias –dijo, inclinando la cabeza en agradecimiento. Esta actitud, humilde y agradecida, es la misma actitud que, afortunadamente, encontré en todos los autores con los que hablé: todos ellos gente muy sensata y sin ningún tipo de aires de grandeza.
- Y de todos los números de Cyber Force que dibujaste, aquellos dos en los que salía Ash, el personaje de Joe Quesada, eran verdaderamente espectaculares.
- Ah, sí –dijo Finch con una sonrisa-. ¿Recuerdas a Gabriel, el ángel que también salía en aquellos números?
- Por supuesto.
- Pues resulta que lo dibujé porque me gustaba, pero el acuerdo entre Quesada y Top Cow era para usar sólo a Ash, no a Gabriel también. Menos mal que le gustó lo que había dibujado, y Joe nos permitió usarlo también.
- Pues menos mal. Por cierto –dije, echándole un vistazo a los precios-, estaba pensando en pedirte que me hicieras un dibujo ahora cuando termines con ése.
- Claro. ¿Qué personaje?
- El caso es que te iba a pedir a Lobezno, pero después de haber hablado de Cyber Force, tal vez debería pedirte un personaje de ese grupo.
- Sería interesante –dijo, riéndose-. Aunque hace como diez años que no los dibujo.
- Lo que tú quieras. Si quieres un Lobezno, vale. Si no, podrías dibujar a Cyblade, por ejemplo.
- Hmmm… ¿Sabes? Creo que prefiero a Cyblade, más que nada porque estoy cansado de dibujar Lobeznos.
- Estupendo.

Mientras Finch terminaba el dibujo en el que estaba trabajando, yo me dediqué a hablar con su mujer, que era muy simpática. Después de un buen rato –el bueno de David no dibuja precisamente rápido-, por fin me tocó el turno.

- El caso es que estaba pensando –dije-, que si dibujas a Cyblade no se le va a ver la cara.
- Es verdad. Pero la máscara es tremendamente icónica, y dibujarla sin la máscara…
- Podría ser cualquier chica, es verdad.
- ¿Qué hacemos, entonces?
- ¿Y si dibujas a Velocity? Así sí se le vería la cara, y seguimos con Cyber Force.
- Buena idea.

Y con esto, Finch se puso manos a la obra –es zurdo-, y me hizo el dibujo de Velocity que ahora tengo colgado en la pared. Mientras trabajaba en ello, otros aficionados se pasaron por la mesa y hablaron un poquito con él. Un chico algo tímido le preguntó cuál era el personaje que más le gustaba dibujar.

- Batman –dijo Finch.
- Quiere decir Velocity –intervine yo.
- Y Velocity –añadió Finch, aunque por la cara del chico creo que no tenía ni idea de quién era Velocity. Aficionadillos…

Finalmente, a las doce menos cuarto más o menos, mi dibujo estaba terminado, así que me lo metí en la bolsa y, tras hablar unos minutos con Matt Wagner -el creador de Grendel, sentado al lado de Finch- comprobé el mapa y me fui directo a Dark Horse, donde Adam Warren iba a hacer acto de presencia en cuestión de minutos.

Antes de ponerme a hacer cola –ni qué decir tiene, ya había gente esperando-, me pasé por la tienda de la editorial y me compré el quinto volumen de la serie que, pese a haber salido en junio, aún no me había comprado precisamente para poder adquirirlo aquí y que el autor me lo firmara. Una vez el tomo hubo caído en mis ansiosas manos, me fui a hacer cola, en la que sólo había unas ocho personas delante de mí. Con tan poca gente no valía la pena sacar El club Dumas, así que dejé reposar a Lucas Corso, y menos mal que lo hice, porque si hubiera estado leyendo no habría visto a Jorge García –Hurley en Lost- pasar a mi lado caminando entre los asistentes como un aficionado más. Así pues, varios minutos más tarde, me hallé frente a Adam Warren.

Ya he dicho en varias ocasiones que tenéis que leer Empowered, una serie divertidísima con dibujos fantásticos, guiones hilarantes, personajes estupendos, y diálogos despatarrantes, y todo esto más o menos se lo repetí al autor, quien agradeció mucho que siguiera la serie. Le comenté también algo que había leído en las entrevistas que reseñé hace poco en el blog: que dice que prefiere escribir a dibujar, y que ojalá pudiera dedicarse tan solo a escribir Empowered y que otro la dibujara. Le dije que creo que el guión y diálogos me gustan más que los dibujos, pero, aun así, los dibujos son increíbles, y me resultaba curioso que a él no le gustaran. Se rió y me agradeció de nuevo mi amor por la serie, y me hizo un boceto ultrarrápido de Emp a rotulador.

A continuación me pasé por Top Cow, donde sabía Marc Silvestri y Kenneth Rocafort iban a estar firmando comics, y pude ver a ambos artistas. Rocafort estaba sentado a la izquierda de Silvestri, y la cola de Silvestri era muchísimo más larga que la de Rocafort, quien, a diferencia del fundador de Top Cow, estaba haciendo dibujos para los aficionados. Me encanta cómo dibuja Rocafort (su Madame Mirage es fantástica), pero había cuatro personas haciendo cola, y la sesión de firmas y dibujos terminaba en media hora, con lo que no creía valiera la pena ponerme a esperar para luego tener que irme con las manos vacías. Además, la sesión de Attack of the Show con Kevin Pereira y Olivia Munn (a quien había visto unas horas antes mientras hacía cola en Hasbro) empezaba en una hora, así que podía subir y ponerme a hacer cola. (Como supongo ya os habréis apercibido, “hacer cola” es algo inevitable varias veces al día en la SDCC.)

La cola para entrar en AOTS era espectacular, y antes de ponerme a perder el tiempo pregunté a uno de los voluntarios de la organización cuántas personas cabían en la sala. Según él, cabían quinientas, y era obvio que había bastantes más esperando, así que decidí irme a otro sitio, pero justo cuando me daba la vuelta para irme, Kevin Pereira, el presentador del programa, apareció por sorpresa para saludar a los fans, agradecerles que estuvieran esperando, y disculparse porque no todo el mundo fuera a poder entrar. Kevin había aparecido literalmente a mi lado por una de las puertas, así que lo saludé, y cuando todo el mundo empezó a acercarse, formar un círculo alrededor, y hacer docenas de fotos mientras él hablaba con la gente, opté por desaparecer. Eso sí: seguro que aparezco detrás de él en decenas de las fotos que se hicieron. Tendré que buscar por Internet.

Era la una ya, y acababa de comprar algo para comer. Sin embargo, antes de sentarme en el duro suelo a degustar mi comida pensé que debía pasarme a ver cuánta cola había para la mesa redonda de Dollhouse, a la que Joss Whedon y Eliza Dushku se había anunciado asistirían. La sesión empezaba a las cuatro –faltaban tres horas-, y un par de pesquisas revelaron que la sala en la que se iba a celebrar el acto (Ballroom 20) acogía a mil quinientas personas, y que la cola hacía ya rato que la habían cortado porque no sólo ocupaba todo el pasillo sino que salía por una de las puertas que daban acceso a la terraza, y culebreaba hasta desaparecer en la distancia.

Antes de llegar a San Diego había meditado sobre si quería asistir a esta presentación, y aunque de la serie no he visto más que un par de capítulos, Joss Whedon es mucho Joss Whedon, y no me hubiera importado estar presente. El problema, tal y como mencioné en el capítulo anterior, es que había otras cosas sucediendo al mismo tiempo que me interesaban más. El segundo problema es que dichos eventos iban a tener lugar en el notorio Hall H. Tratando de decidir cuál iba a ser mi siguiente paso, me senté a comer cerca del Ballroom 20 mientras miraba mis apuntes y oía a asistentes airados protestar al descubrir que la cola para ver a Joss Whedon estaba cerrada.

Pasaban varios minutos de la una, y dado que no iba a poder entrar en Attack of the Show la siguiente presentación que me interesaba era la de 9, la película de animación producida por Tim Burton con voces de Elijah Wood, Jennifer Connelly, Martin Landau, John C. Reilly, Crispin Glover y Christopher Plummer. Esta presentación iba a tener lugar de dos y media a tres y media en el mítico Hall H, e inmediatamente a continuación en la misma sala Sony iba a presentar Legion, que me daba un poco igual, y District 9, presentación a la cual iba a asistir el productor de la película, Peter Jackson, y en la que estaba interesadísimo.

Parece que está claro lo que tengo que hacer, me dije.

Albergando más que razonables esperanzas de poder entrar en el infame Hall H, terminé de comer y caminé hasta la entrada de la sala. Una vez allí, seguí la cola hasta el final, y para cuando encontré mi sitio detrás de la espalda de rigor era la una y veinte. Antes de comer había estado debatiendo si comer antes de ir a hacer cola, o si comer dentro, a la sombra, con papeleras para tirar servilletas y plásticos molestos una vez hubiera terminado de comer. Pese a saber que me exponía a tener el equivalente en personas a quince o veinte minutos extra en la cola por delante de mí, me había negado a dejar que el Hall H dictara mis patrones ya no sólo de conducta sino de alimentación (escrúpulos que deseché más tarde), y había comido dentro antes de ponerme bajo el sol a esperar. Esto probó, como ya habréis anticipado, ser un error, aunque no tan grave como podría haber sido.

El caso es que saqué El club Dumas y me puse a leer, actividad esta que me tuvo entretenido durante las dos horas que me pasé esperando mi oportunidad para entrar en el esquivo Hall H. Cuando por fin gané acceso a la elusiva sala eran las tres y veinte, y faltaban diez minutos para que terminara la presentación de 9. Aun así, pude escuchar al director Shane Acker, a los productores Tim Burton y Timur Bekmambetov, y a los actores Jennifer Connelly y Elijah Wood hablar un poco sobre la película y contestar preguntas del público, y mostrar el tráiler con el que terminó la presentación.

Una vez hubo terminado la charla, muchas personas abandonaron la sala, así que aproveché la ocasión para buscar un asiento mucho más cerca del escenario, y familiarizarme con la gigantesca sala. En el Hall H caben, como ya dije en el capítulo anterior, seis mil quinientas personas. En la parte de delante está el escenario con la mesa alargada a la que se sientan los invitados. Justo detrás de la mesa hay una enorme pantalla en la que se proyecta, en alta definición, la imagen de los invitados a la mesa sentados para que todo el mundo en la mitad delantera de la sala pueda verlos bien. Aproximadamente a mitad de la sala, dos monstruosas pantallas de alta definición cuelgan del techo, y algo más hacia el fondo de la sala hay dos –tal vez cuatro, no lo recuerdo- gargantuescas pantallas más para que la gente sentada en las últimas filas pueda seguir la acción.

En lo que a instalaciones se refiere, hay unos aseos dentro mismo del Hall H, para que la gente no tenga que salir de la sala a atender la llamada de la naturaleza después de todo lo que le ha costado entrar. De hecho, el Hall H tiene su propia sección de comida, para que los asistentes puedan alimentarse sin tener que abandonar la sala. Y es que la organización sabe perfectamente qué es lo que pasa en el Hall H: que la gente entra de buena mañana y no se marcha hasta la noche. Mira qué buena idea me habían dado.

La presentación de Legion empezó a las cuatro menos cuarto, y a la misma asistieron el director Scott Stewart, y los actores Doug Jones (contentísimo de salir en una película sin máscara), Tyrese Gibson (un personaje interesante), Adrianne Palicki (que con razón me resultaba familiar: salió en un episodio de Smallville), y Paul Bettany (A Knight’s Tale, A Beautiful Mind, The Da Vinci Code), que interpreta al ángel protagonista en esta película que el director insistía en describir como “ángeles con ametralladoras”. Y vistas las escenas exclusivas que nos enseñaron, es justo de eso de lo que va. No sé yo si iré a verla al cine.

Después de Legion le tocó el turno a District 9, película producida por Peter Jackson, dirigida por Neill Blomkamp, y protagonizada por Sharlto Copley, siendo estos tres los asistentes al evento. Yo solamente había visto el tráiler un par de veces, y la película no parecía tener mala pinta. Sin embargo, después de ver las escenas que Peter Jackson tuvo a bien mostrarnos, os aseguro que el mes que viene estaré en The Rave para ver el estreno de este film. Las escenas que proyectaron mostraron claramente el argumento de la película –algo que el tráiler no hace en absoluto-, pero tiene tan buena pinta que en vez de enfadarme porque revelaran algunas sorpresas lo que hice fue babear incontroladamente.

Esta sesión terminó a las cinco, y fue entonces cuando tuve que tomar otra decisión difícil –qué duro es asistir a la SDCC-. La mesa redonda sobre The Goon con Eric Powell iba a tener lugar de seis a siete en la sala 8, y la mesa redonda patrocinada por Entertainment Weekly en la que Peter Jackson y James Cameron iban a hablar sobre el uso de la tecnología en el cine y el futuro de la misma iba a tener lugar de seis y media a siete y media en el mismo Hall H en que me encontraba. Los aficionados al cine dirán que la decisión es obvia, pero os recuerdo que The Goon es una de mis tres series favoritas, y el creador iba a estar allí. Por otro lado, ya había conocido a Eric Powell el miércoles, y aunque The Goon no es una serie superventas, tal vez una hora no fuera suficiente para garantizarme la entrada a la charla. Además, y pese a que acababa de ver a Peter Jackson en acción, el jueves me había quedado sin ver a James Cameron, y la sesión iba a tener lugar en la sala en la que ya me encontraba y a la que me había costado tanto esfuerzo y dedicación entrar. Y una cosa estaba clara: si me iba ahora del Hall H, sería imposible entrar luego para ver a Jackson y Cameron. Por tanto, concluí, mejor me quedo aquí, y con algo de suerte el evento entre District 9 y Entertainment Weekly: Visionaries no estaría mal del todo.

Decidido a quedarme, pues, saqué el programa de la mochila para ver qué estaba a punto de presenciar, y para vuestra risa segura e ironía cósmica resultó que la sesión de cinco y cuarto a seis y cuarto era ni más ni menos que la Lucasfilm: Star Wars Spectacular. Hala. Reíros.

Por trillado que esté, debo decir que en este caso la Fuerza me acompañó, pues dio la casualidad que esta presentación iba a ser grabada para emitirse por televisión al día siguiente, y que los moderadores del acto iban a ser ni más ni menos que Kevin Pereira y Olivia Munn, a los que no había podido ver en acción en su propia sesión hacía unas horas debido a la larga cola. Esto, queridos lectores, es lo que los místicos llaman “karma”.

Lo cierto es que el SWS no estuvo mal. Primero, Anthony Daniels estuvo hablando sobre Star Wars in Concert, que consiste en una orquesta en concierto tocando música de la saga mientras se proyectan imágenes de las películas. Luego salió Stephen Sansweet, y después por fin aparecieron Kevin y Olivia, que estuvieron presentando a diferentes miembros de Lucasarts y mostrando vídeos de varios juegos de la compañía. Finalmente, los actores que ponen la voz a los personajes de la serie animada The Clone Wars subieron al escenario y leyeron un guión de la segunda temporada. Supongo que a los que siguen la serie les debió hacer más gracia que a mí el ver las voces de los personajes cobrar vida ante sus ojos.

Finalmente, a las seis y media, Peter Jackson y James Cameron tomaron el escenario y el coloquio duró una hora en la que hablaron de sus películas pasadas y futuras, de cómo intentan innovar en vez de hacer lo mismo que la mayoría de directores prefiere hacer, y de lo mucho que les apasiona su trabajo. Una charla excelente e interesantísima, la verdad.

Una vez hubo terminado esta mesa redonda, y dado que la sala de muestras ya estaba cerrada, cené y luego me fui al hotel para ver si Glen ya había llegado. Si mi compañero de viaje ha estado ausente en este capítulo es porque se pasó la jornada no en el Centro de convenciones, sino en un casino cercano, en el que había averiguado había dos campeonatos de póquer programados ese día. Una vez reunidos, intercambiamos las historias del día, que se había probado incluso mejor que el jueves, y nos retiramos a descansar mientras yo repasaba mentalmente mis planes para el sábado, que esperaba fuera el punto álgido de la convención. Que lo fue.

3 comments:

Nash said...

Esta entraga ha estado muy interesante, curiso que le pidiesen primero que te dubujanse a Cyblade, una de mis chicas favoritas, pero antes que a Velocyti que no dice nada preferiria a su hermana Ballistic.

Mario Alba said...

Si quieres que te diga la verdad, a mí Ballistic también me gusta más, pero ni se me ocurrió pedirla a ella. Pensé "Vamos a ver... chicas de CyberForce... Cyblade y Velocity." Y Ballistic ni se me pasó por la cabeza.

Y me alegro de que te haya gustado este episodio. la verdad es que fue un día estupendo, y de lo más variado.

Anonymous said...

wicked new York:
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