No me puedo creer que haya dejado pasar un año entre los volúmenes dos y tres de la trilogía
Millennium del difunto Stieg Larsson, pero no tengo más que mirar
la entrada sobre
The Girl Who Played with Fire para confirmar que así es. Dado lo mucho que me gustó la novela, y el pedazo de
cliffhanger con que termina, mi intención era ponerme con
la última entrega de la serie inmediatamente, pero entre unas cosas y otras los meses fueron pasando y cuando me quise dar cuenta, hacía once meses desde la última vez que había visto a Mikael Blomkvist y Lisbeth Salander repartiendo justicia por Suecia.
Confieso que una de las razones por las que me resistía a empezar
The Girl Who Kicked the Hornet's Nest era su extensión: 820 páginas en mi edición "de bolsillo". Además, como no me había hecho con el libro hasta el pasado diciembre, y no quería tardar varias semanas en terminarlo (durante el año escolar mi tiempo de lectura se ve drásticamente reducido), pensé que podía esperar hasta este verano para empezarlo, ya que entonces tendría todo el tiempo del mundo para leerlo en un plazo de tiempo razonable. Sin embargo, llegó mayo con sus lluvias y su polen, y no me quedaban más libros en mi estantería de lecturas pendientes, así que capitulé y empecé la novela esperando que me gustase tanto como las dos entregas anteriores. Afortunadamente, eso fue exactamente lo que pasó. Tanto fue así, de hecho, que me ventilé las más de ochocientas páginas en seis días de lectura intensiva, amena y emocionante. Menudo punto final para las aventuras de Blomkvist y Salander.
Como es habitual, no voy a destripar nada del argumento de la novela, pero sí diré que
The Girl Who Kicked the Hornet's Nest es bastante diferente a la anterior entrega ya que la acción es más intelectual y de naturaleza investigativa (como en
The Girl with the Dragon Tattoo). En este tercer volumen, Larsson nos presenta varias facciones opuestas intentando ser más inteligentes que sus rivales, todos ellos tratando de resolver la misma situación desde distintos puntos de vista debido al lugar que ocupan en la trama general. Poco a poco, los cabos se van atando, las revelaciones se van sucediendo, y los numerosos personajes principales y secundarios se van cruzando e interactuando de forma interesante y muchas veces inesperada. La trama y las situaciones son tan tensas y están tan bien llevadas, que me resultó imposible sentarme a leer solamente un par de capítulos: cada vez que abría el libro, acababa leyendo entre ciento veinte y ciento cincuenta páginas, descuidando casi cualquier otra cosa que no fuera saber qué iba a pasar a continuación. En resumen: que la historia te atrapa y no te suelta hasta que terminas la última página.
Pese a que volveré a ver a los personajes una última vez cuando vea
la película, no puedo sino lamentar que Larsson ya no se encuentre entre nosotros para continuar contándonos las aventuras de los escritores de la revista
Millennium, y para guiarnos por las frías calles de Estocolmo y demás ciudades suecas que tan vívidas me han parecido en los cientos y cientos de páginas por Larsson compuestas. Si algún día visito la capital de Suecia, sin duda caminaré por sus calles recordando distintos pasajes de esta memorable saga, y agradeciendo a Larsson su legado: tres magníficas novelas que no os puedo recomendar bastante. Gracias, señor Larsson.