Mendaces al descubierto

Ni se les ocurra disparar es uno de los dos libros que me traje de vuelta a los USA tras mi última visita a España. Quizá no casualmente, ambos libros son de uno de mis escritores favoritos, Javier Marías, que me sigue deslumbrando con su prosa, sus ideas, sus convicciones, y su forma de ver el mundo, tan parecida a la mía.

Además de su obra novelística, Marías publica una columna semanal en el suplemento dominical de El País desde hace casi una década, y, cada dos años, Alfaguara publica un libro recopilando los artículos escritos durante dicho bienio. Antes de publicar en El País, los ensayos del autor aparecían en El Semanal, donde empezó a colaborar en 1994, y donde descubrí al escritor por primera vez. Dieciocho años llevo, pues, leyendo sus cavilaciones, y debo decir que las disfruto cada vez más.

Ni se les ocurra disparar, el último recopilatorio de artículos hasta la fecha, recoge escritos interesantísimos en los que ni siquiera uno me dejó indiferente. Me leí la inmensa mayoría en el vuelo de regreso a casa, y los pocos que me quedaban los terminé al día siguiente. Dado que visito su página web con regularidad, algún que otro artículo ya me resultaba conocido, pero la relectura de dichos ensayos me resultó tan grata y apasionante como la de los que leí por primera vez.

Como ya he apuntado antes, suelo coincidir con las opiniones del autor madrileño, y me encanta la forma en que argumenta, observa, critica, y señala los problemas que ve en el mundo a diario. Incluso sus artículos sobre fútbol, deporte que a él le apasiona tanto como a mí me da lo mismo, me resultan amenos e interesantes, y mira que me cuesta pensar en otro tema que me importe menos. Podéis, pues, imaginar que, cuando toca temas que sí me interesan -la lengua española, la mala educación de las personas, la ineptitud de burócratas y funcionarios, el egoísmo y la desvergüenza de la mayoría, la estupidez que, cada vez más, aqueja a la sociedad, la progresiva falta de libertad y totalitarismo de los gobiernos, el desmoronamiento de la sociedad, y un sinfín más que podría citar-, el deleite que sus reflexiones me producen es tal que me resulta difícil pensar en otro escritor con el que disfrute más. Además, el hecho de llevar dieciocho años leyéndolo con regularidad me hace tener la impresión de conocerlo bien y en persona, como si fuéramos viejos camaradas que llevan largo tiempo ya caminando juntos, intercambiando opiniones, y disfrutando de la compañía del otro. Espero seguir caminando con él por muchos años más.